Crookshanks es una criatura fascinante. Se le describe como un gran gato de color canela con la cara aplasta y una gran cola. Pertenece a Hermione Granger, quien lo compró en la Tienda de Animales del Callejón Diagon en agosto de 1993, por su decimotercer cumpleaños. Crookshanks ya llevaba mucho tiempo en la tienda y nadie quería comprarlo.
Zneazle |
No aprueba, como su ama, las trampas, y no para de molestar a Harry y a Ron cuando se inventan las respuestas de los deberes de Adivinación.
No hace falta alimentarle, el se busca su propia comida. Caza y come arañas.
En el Prisionero de azkabán se hace amigo de Sirius y le protegede la varita de Harry en la Casa de los Gritos.
Caza gnomos en el jardín de los Weasley.
En el Prisionero de azkabán se hace amigo de Sirius y le protegede la varita de Harry en la Casa de los Gritos.
Caza gnomos en el jardín de los Weasley.
Como surgió la idea de Crookshanks
por J.K. Rowling
No soy excesivamente aficionada a los gatos. Como a Hagrid, me producen alergia, y, desde luego, me gustan mucho más los perros. Hubo, sin embargo, una excepción. Cuando trabajaba en Londres a finales de los años 80, los días de sol me gustaba almorzar en una plaza cercana, en la que un gran gato con pelo espeso, suave y esponjoso de color canela, con la cara aplastada como si se hubiera chocado de frente con un tabique, deambulaba entre los oficinistas que tomaban el sol; siempre imaginé que vivía en alguna casa cercana. Nunca me acerqué a él lo suficiente como para sufrir un ataque de asma, pero, desde la distancia, este gato me gustaba, merodeando entre los humanos con gesto de desdén y sin dejarse acariciar. Cuando decidí dar a Hermione un gato extraordinariamente inteligente, le di la apariencia de este altivo animal, con el añadido tal vez innecesario, de unas patas combadas.
A añadir, he de decir que Crookshanks no es un animago, como algunas teorías de fan sugieren.
por J.K. Rowling
No soy excesivamente aficionada a los gatos. Como a Hagrid, me producen alergia, y, desde luego, me gustan mucho más los perros. Hubo, sin embargo, una excepción. Cuando trabajaba en Londres a finales de los años 80, los días de sol me gustaba almorzar en una plaza cercana, en la que un gran gato con pelo espeso, suave y esponjoso de color canela, con la cara aplastada como si se hubiera chocado de frente con un tabique, deambulaba entre los oficinistas que tomaban el sol; siempre imaginé que vivía en alguna casa cercana. Nunca me acerqué a él lo suficiente como para sufrir un ataque de asma, pero, desde la distancia, este gato me gustaba, merodeando entre los humanos con gesto de desdén y sin dejarse acariciar. Cuando decidí dar a Hermione un gato extraordinariamente inteligente, le di la apariencia de este altivo animal, con el añadido tal vez innecesario, de unas patas combadas.
A añadir, he de decir que Crookshanks no es un animago, como algunas teorías de fan sugieren.
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